lunes, 19 de abril de 2010

Desde un minúsculo planeta en donde habita la inmortalidad


Una chica vestida de superestrella, a modo de Spice Girl, entra en un diminuto despacho. Sentado confortablemente y con los pies sobre el escritorio, un hombre trajeado que fuma un habano mira abstraído el infinito.

CHICA: Hola…Es éste el diminuto planeta en el que habita la inmortalidad.

HOMBRE: Ehm…(sobresaltado, baja las piernas y se sienta formalmente) Sí, es éste ¿Qué desea señorita?

CHICA: Pues deseo convertirme en una estrella inmortal.

HOMBRE: Bueno, eso no es tan sencillo, querida. Deberá hacer méritos y empezar desde lo más bajo (pronuncia la última palabra no sin cierta lascivia).

CHICA: Cómo de bajo.

HOMBRE: Pues para llegar a ser una superestrella es un buen comienzo empezar siendo un asteroide.

CHICA: (Tontuela) Pero quiero ser una estrella pronto.

HOMBRE: En fin, como mucho podría empezar siendo satélite e ir ascendiendo según sus habilidades.

CHICA: Vale, qué tengo que hacer.

HOMBRE: Bien, por qué no empieza orbitando sobre su propio eje.

CHICA: Eso es fácil (gira como una bailarina).

HOMBRE: Mmm, muy bien, veo que tiene buenos atributos. Un radio de curvatura óptimo y un momento angular perfecto.

CHICA: Gracias (riendo tontamente).

HOMBRE: Probemos otra cosa. Ahora orbíteme.

CHICA: ¿Perdón?

HOMBRE: Sí. Orbite a mi alrededor, como un asteroide, tengo que evaluarla, ha dicho que desea ser una superestrella.

CHICA: Ah, sí, sí (orbitando alrededor del hombre).

HOMBRE: Muy bien, muy bien (cada vez más emocionado) Orbíteme más cerca, más cerca, no sea un satélite tímido, sino no llegará muy lejos. Bien, oh sí (se desabrocha un botón de la camisa y se vaporiza perfume en el pecho) ¿Sienta mi atracción querida? ¿La siente?

CHICA: Síentola, síentola (se queda de espaldas al hombre, pegada a él).

HOMBRE: Ehm, bien… Pare, pare, que me van a subir las mareas (un tanto nervioso).

CHICA: ¿Ya soy una superestrella?

HOMBRE: No, pero tiene un enorme potencial para serlo. Me recuerda bastante a Plutón, pequeña pero fascinante. Definitivamente, usted es un poco Plutón ¿Verdad?

CHICA: ¿Y eso es bueno? (sonrisa estúpida).

HOMBRE: ¿Que si es bueno? Buenísimo. En serio, qué está dispuesta a hacer por ser una superestrella, por alcanzar la fama y la inmortalidad.

CHICA: Estoy dispuesta a hacerlo todo.

HOMBRE: Eso es lo que quería oír (comienza a desnudarse). Túmbese sobre la mesa.

CHICA: ¿En la mesa?

HOMBRE: (sigue desnudándose) Sí, es un mueble, por lo general de madera, con una superficie horizontal elevada del suelo. Posee un número variable de patas, frecuentemente cuatro. Rubia natural ¿Verdad?

CHICA: (Se tumba) ¿Y ahora?

HOMBRE: Tengo que hacerle una exploración geológica de la superficie. Es especialmente importante analizar la composición rocosa de los cráteres, con alguna que otra perforación para obtener muestras (se aproxima a las piernas de la chica).

CHICA: ¿Y duele?

HOMBRE: No lo sé, ningún planeta se ha quejado hasta ahora. Pero cualquier cosa por ser una superestrella ¿No?


Se oyen ruidos de voces. El hombre y la chica se meten rápidamente bajo la mesa y se quedan mirando de forma abstraída al infinito. Otro hombre y una mujer se aproximan lentamente. El varón viste bata de médico y la mujer con ropa de calle apunta en una libreta lo que dice el doctor.


DOCTOR: Y aquí tenemos el ala de los casos perdidos. Esta locura es incurable.

PERIODISTA: Doctor, qué están haciendo estos dos de aquí.

DOCTOR: Nada bueno, como sabe aquí está prohibido cualquier tipo de actividad sexual, la consideramos perjudicial para la salud mental de nuestros pacientes. Estas dos mentes enfermas subliman sus impulsos sexuales mediante la fantasía. Algo repugnante, no le quepa duda.

PERIODISTA: ¿Los impulsos sexuales?

DOCTOR: La fantasía.


Los dos continúan el paseo. Los locos permanecen bajo la mesa, con la mirada perdida.

- José H. -

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Probablemente haga algún pequeño retoque a los diálogos, pero se puede trabajar con estos. El sketch es cortito y sencillo. En principio cuento con Alba, José Miguel y Patricia. Necesitamos un par de mesas pequeñas, una silla de oficina y una bata de médico.


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