miércoles, 10 de febrero de 2010

El ser humano


Estos últimos meses gracias a una beca de mi universidad pude ir a estudiar al extranjero.
Mientras esperaba el comienzo de mis aulas decidí realizar una mini aventura de cuatro días, asique con mis agallas (metafóricamente hablando) me planifiqué mi viaje a un pueblo colonial llamado Ouro Preto.
Después del larguísimo trayecto de autobús llegué a mi hostal, donde me dieron mi habitación compartida como así había solicitado. Cuando entre me vi rodeada por seis camas todas desalojadas. Tan solo estaba yo en esa habitación... Como echaba de menos ver a alguien durmiendo en una de ellas, una sola persona, dando más calidez a ese cuarto.
Durante los días que allí estuve paseando me di cuenta de que de nada me servía ver iglesias, ver museos, ver paisajes, sin nadie con quien poder sentarme para disfrutar de ellos, sin nadie a quien decir: "que hermoso".
Mi consuelo llegó por la noche donde en busca de algo de entretenimiento, me adentré en un local donde se organizaba un concierto de guitarra clásica. Allí conocí a gente encantadora, que si bien no nos unía ningún pasado común, el mero hecho de estar allí todos juntos era suficiente. A partir de esa noche, mis paseos en solitario se alegraban con la llegada del encuentro nocturno que me brindaron estas personas, las cuales ya ni me acuerdo de sus nombres, pero en mi memoria queda el recuerdo y esta maravillosa foto.
Creo que el ser humano necesita estar con otros seres humanos para poder ser él, para poder desarrollarse, para poder ser feliz.
Irene C.

1 comentario:

  1. Quizá, a veces, necesitemos la soledad, pero el no poder compartir, como dices, algo hermoso es una sensación de vacío que supera cualquier necesidad de estar solo o sola.

    ResponderEliminar