miércoles, 10 de febrero de 2010

La cosa más bella


La música siempre ha estado presente en mi vida de una u otra forma. Ya de pequeño me gustaba tararear la que ponían mis padres en el viejo tocadiscos. En la adolencencia, y ya con mi super casette doble pletina "último modelo", raro era el momento en el que estaba apagado, ya sea con la radio o esas viejas cintas que aún conservo, aunque no utilice.

Luego llegaron el CD, después la guitarra, el mp3... Cambio de formato, pero la música seguía allí, siempre allí. En casa, en el coche, en el curro (cuando me dejaban). Formaba parte de mí. Canciones tristes para los malos momentos. Canciones alegres para los buenos. Llegan a formar parte de mi vida. Ahora escucho cada una de esas canciones y no puedo evitar volver a esos momentos con alegría o un poco de melancolía. No podría vivir sin la música, ya sea escuchándola o tocándola. Escapar del mundo por unos minutos, dejarme llevar por los sonidos, las melodías, los acordes...

Y buena prueba de ello fue este verano (ya voy con los deberes, María, ya...). El pasado mes de agosto fue para mí uno de los momentos más duros que recuerdo. Y todo por un desamor, no podía ser de otra forma. No voy a entrar en detalles, pero pasé por una de esas épocas en que estás siempre dándoles vueltas a la cabeza, triste, derrotado, apenas dormía, nada me satisfacía, todo me recordaba a ella.

Al ser agosto no podía desahogarme como el resto del año con el baloncesto, las clases o el teatro, o la simple rutina. Sólo me quedaba el ensayo de mi antiguo grupo de música. Un par de horas en las que intentábamos versionar canciones con más o menos acierto. Pues bien, fueron las dos únicas horas en toda esa fatídica semana en las que me olvidé de ella y fui yo mismo. Me dejé envolver por la música (o ruido, según algunos) que estábamos haciendo. Lo di todo. Y por esas dos horas no había nada más en mi cabeza. Sinceramente, no sé qué hubiera hecho si no hubiera tenido ese momento.

Quizá suene muy dramático o exagerado, pero es lo que sentí en esos instantes. Y pienso seguir vinculado a la música de una forma u otra porque, como ya he dicho, forma parte de mí.

Un abrazo a todos, y ya os podéis despertar después de este rollo.

Raúl

2 comentarios:

  1. Hay veces que pienso que mi vida podría ser un conjunto de melodías...
    Quizá porque soy muy romántica (al estilo del siglo XVIII). Pero no sé..., no hay nada como hacer tuya una canción, creo que es el aspecto más sublime del arte. Que el artista pueda formar parte de ti.

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  2. Hubiera sido muy chulo verte en esos momentos de ensayo, si había alguien que estuviera de espectador seguramente os lo dijo. Creo que cuando la música se toca/canta como forma de evasión y gana la música (porque consigue vencer a todos esos fantasmas o realidades negras que todos en algún momento tenemos) eso se trasmite.
    Desde agosto hasta ahora ha pasado algún tiempo que espero haya sido tu aliado para esto de borrar lo malo...porque si bien la música te ayudó mucho en ese momento el tiempo siempre de una forma u otra también lo hace, aunque el precio sea el vacio o la nostalgia -en el peor de los casos-, o nuevas experiencias, esperanzas,proyectos e ilusiones.
    ANA GRANDE

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