Me dijiste que podíamos ser amigos....
Es una historia de amor y de odio,
de las que cuentan los abuelos,
sentados sobre una silla mecedora,
al son de un viento sutil.
Te acercaste con timidez y yo te rechazé,
volviste a intentarlo y te di un puntapié,
mi suela se perpetuaba sobre tu cuerpo,
metal maleable, de color rojo fuego.
Vi tu mirada y me escandiló,
resultó estar llena de emociones amarillas,
cedí mis ligas a tus abrazos,
y ya no quise separarme de tí.
Un baile se perpetuó,
de esos que te sacan una sonrisa,
pronto terminó,
pero siempre quedará alrededor,la brisa...
Sonia María Cruz Martínez.
Con el permiso de Newton
Hace 14 años
Gracias, Sonia.
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