sábado, 13 de febrero de 2010

Mi cerebro, mis ideas, mis viajes...


Obviamente sin un cerebro el ser humano no puede ser. No se puede controlar sus movimientos, no sabemos como alimentarnos, no se puede recordar lo básico que tenemos que hacer para sobrevivir… sin ese órgano un montón de cosas imprescindibles a nuestra supervivencia no podrían estar realizadas.
Pero más allá de esas necesidades vitales, ¡lo que me permite mi cerebro es pensar! Y lo que hay de increíble con eso es que puedo hacer absolutamente todo lo que quiero con ese pensamiento. Puedo reflexionar, puedo analizar y descifrar los comportamientos de los demás (bastante útil), puedo inventarme momentos de vida mágicos como dramáticos, puedo hablar con las personas que están lejos de mi o que ya se fueron de este mundo… Y aún más allá, ¡puedo cumplir todos mis sueños gracias a mi cerebro! Ganar Roland Garros, hacer un discurso al ONU, revolucionar la política de mi país…
Si tengo que pensar en un recuerdo específico que simboliza estos momentos de evasión serían las horas de mi infancia pasadas en el coche de mi padre viajando. Bien sentada en el fondo del asiento trasero, me evadía mirando el cielo y los arboles por la ventana. Gracias a estas horas, pude ganar cincuenta veces partidos de tenis encarnizados ante un público transcendente, pude devolver esperanza a ciudadanos franceses desanimados por la situación socio-política de su país a través de una alocución entusiasta, lo mismo que asistí quince veces al entierro de mi madre.
Con ese órgano fantástico, puedes elegir lo que vas a vivir durante los próximos minutos y eso, ¡es algo que vale su peso en oro!
Julia

1 comentario:

  1. ¡Me ha gustado mucho Julia!Pensar en aquello que queremos alcanzar mañana, y hacerlo sin pensar en lo posible o imposible que puede llegar a ser.

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